viernes, 8 de agosto de 2008

LA MULATA SIMONA

EL DILUVIO. Este jueves nos cayó una tormenta, de esas de tipo inmemorial y que causó inundaciones en muchos de los hogares jerezanos. Las calles del centro iban de banqueta a banqueta, el drenaje –como no es pluvial- fue completamente insuficiente, y en casas de las colonias del suroriente de la ciudad (principalmente), las coladeras brotaban con fuerza… en vez de salir, entraba a raudales. Y andando en las inundaciones me quedé sin zapatos, a ver si ahorro para comprar otros, porque quedaron como chicharrones viejos. Pero bueno, los daños que sufrí en mi hogar fueron muy pocos comparados con los de otras gentes que sufrieron la pérdida de gran parte de su patrimonio.
Ahora ofrezco un relato del libro “Medallones”, aún inédito pero que pronto publicaremos. Dice Raúl Rodríguez “deja que agarre agua la nube, Miguel, pa’ mojarnos todos” en referencia a que si llueve hay dinero… pero que ya no agarren agua las nubes como este jueves…
LA MULATA SIMONA
La mulata Simona, hija de Nicolás “el esclavito”, tenía fama de ser la bruja más poderosa de la región; tenía su ranchito en la sierra, más para arriba del Salitrillo, en tierras que heredó de su padre, mismas que le fueron dadas a éste cuando fue manumitido en pago de generaciones de servidumbre.
De esta mujer se decía que era tan terrible para hacer conjuros y lograr la salud, como temible para causar el mal. Conocedora de las propiedades de las plantas y sus efectos en la naturaleza humana, se valía muy bien de tales circunstancias aunadas a la superstición e ignorancia de la gente sencilla para simular su poder.
Su clientela se componía de gente de la sierra o que venían de muy lejos, porque a la gente de La Estancia, instruidos en la Religión Católica les tenía muy sin cuidado sus peculiares actividades.
La Estancia en si, por su posición privilegiada de fácil acceso y al pié de la Sierra Madre permitía cómodamente la afluencia de personas de los ranchos circundantes, por lo que tenia una vida social y comercial bastante activa y concurrida, por tales circunstancias se convirtió en Centro Misional en diversas ocasiones, por la gran cantidad de fieles que se lograba reunir.
La primera constancia de dichas Misiones es una tablilla (hoy en poder de particulares) que tiene la siguiente inscripción:
SANTA MISION POR LOS R.R. P.P.
DE LA COMPAÑÍA DE JESUS
Estancia, Mayo 18 de 1923.
En la iglesia aún existe la cruz que como testimonio de su paso de Santa Misión dejaron los Padres Redentoristas, con una pequeña imagen de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro al pie. Firmada por el R.P. Valentín Rta. Fecha: 4 de Julio de 1938.
Posteriormente, para ahorrarse la tablilla y la cruz se le agregó a la misma otra fecha: la correspondiente a la Misión de los R.R. P.P. JOSEFINOS. 24 de Febrero de 1946.
El novenario de sermones de los Reverendos Padres Redentoristas, sacados sin duda del “Año Pastoral” (Pláticas catequísticas sobre las cuatro partes de la vida cristiana y también discursos sobre los misterios de nuestra santa fé) fechada en Barcelona, calle de Archs. No. 8, Año del Señor 1864, (ejemplar en biblioteca particular) levantó la fé religiosa de nuestra gente.
La fama de tales sermones llegó a oídos de la mulata, la cual, primero por curiosidad y después por convencimiento, no dejó de asistir a la Misión; pensativa veíanla las gentes, envuelta en un primoroso rebozo de seda bermejo que hacía resaltar la coloración de su piel.
La víspera de la fiesta del día 4 en honor de la patrona bajo la advocación de Nuestra Señora del Refugio, fue de confesión general; grandes y chicos, viejos y viejas, hombres y mujeres se dispusieron a lavar de culpas sus conciencias.
Le tocó en suerte al sacerdote español, aquel de la difícil pronunciación (el mismo que al ver una rana que los chiquillos por maldad le habían dejado en el confesionario exclamó: “Fur Dios, un dzapo feo”), oír a la mulata en confesión. Se tardaron, se tardaron… dice la gente, y lo que ahí se dijeron solo Dios y ellos lo supieron, el caso es que cuando la mulata salió del templo, lo hizo llorando; y llorando, llorando emprendió el regreso para su rancho con rumbo del Salitrillo, y juran quienes la vieron que el camino quedó mojado con las lágrimas de esta mujer.
Sudoroso y agotado en las puertas del templo, el sacerdote solo dijo: “Loz caminos del Dzeñor son infinitos”.
Tiempo después, pacífica y amable, murió Simona en santa paz, cuidada hasta el fin por su ejército de perros que aullaron durante tres días la ausencia de la Mulata.
ROSTROS JEREZANOS. Una muy grata sorpresa me llevé cuando visité la Nevería “El Paraíso”, y ver sus muros engalanados con fotografías de jerezanas que llenan de nostalgia el lugar. Fotografías que atraen la contemplación de las que han sido y son nuestras coterráneas. La cultura no la hacen solo las instancias gubernamentales y su absurdo papeleo, la cultura se vive y se siente en cualquier rincón donde la busquemos. A las hermanas Cuca y Bertha Torres, les doy las gracias por conservar y darnos esos floridos pétalos de nuestra historia jerezana. La próxima semana escribiré sobre esa bonita galería.

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