miércoles, 8 de septiembre de 2010

ARQUEOLOGIA URBANA EN JEREZ

Tratando de entender los cambios que ha sufrido nuestra ciudad, pregunté al eminente Doctor en Arquitectura Carlos Lira Vázquez, cómo podría hacer para remontarme en el tiempo y poder saber cómo se han transformado las calles de Jerez durante sus 440 años de existencia. Carlos Lira –amable como siempre- me aconsejó que entre otras cosas, me asesorara por un buen arqueólogo que manejara a la perfección lo que es la “arqueología urbana”.
Yo entendía la arqueología de otra manera, además que no conozco aquí en Jerez a ningún arqueólogo de valía que quiera compartir sus conocimientos conmigo de a gratis.
Ahondando en el tema, leí que esa modalidad de arqueología estudia todo lo que impulsa y provoca cambios en el territorio, tanto en lo geomórfico, urbanístico, organizativo y social. Se parte de la idea que la ciudad es un ente vivo, en constante cambio y evolución. El patrimonio arqueológico es algo más que los restos recuperados del estudio del subsuelo. La aplicación de registro de los arqueólogos al estudio de edificios o de retículas urbanas ha comportado un progreso fundamental en el conocimiento de la ciudad histórica.
La primera descripción que he encontrado de las casas de Jerez, está en “Las Relaciones Geográficas de la Villa de Xerez” de 1584, cuyo manuscrito original está en la Biblioteca de la Real Academia de la Historia de Madrid, bajo la signatura "9.25-4/4662-VIII”. La transcripción ha sido realizada por Francisco del Paso y Troncoso. Citada por Valentín García Juárez en "Historia de la Fundación de Jerez" y por Eugenio del Hoyo en "Jerez corona a su Reina" (Revista realizada en 1961). En mi archivo particular existe una copia facsimilar extraída directamente de los originales que están en Madrid. (Aclaro: no está en Internet). Y ahí dice en la contestación a la trigésima primera pregunta: “… que los edificios de las casas en que viven en esta dicha Villa son casas bajas, sin sobrados, de tapias de tierra muerta y, las cubiertas, con vigas y terrados de tierra, la cual madera se trae de los montes de Tlaltenango, a dieciocho leguas de aquí, que es donde se labra la dicha madera, porque por causas de la guerra no la osan sacar de las sierras comarcanas a ellas…”.
Luego, en diversos documentos tenemos descripciones pero solo de los edificios representativos de la arquitectura religiosa (Templo de la Limpia Concepción y Capilla del Hospital de San Miguel).
A fines del siglo XVIII y principios del XIX encontramos censos donde se especifican barrios de la villa de Xerez, incluso hasta una solicitud que hace el ayuntamiento de la villa ante el intendente de la provincia de Zacatecas, que lo era Francisco Rendón, para obligar “por medios suaves” a los vecinos para que blanqueen sus casas.
Para 1800, la villa de Xerez de la Frontera no era lo que creemos, solo un caserío informe, casas de adobe, chozas y ranchitos o puestos. Ni siquiera por la calle del Espejo donde vivían los descendientes de los fundadores los edificios presentaban características que los hicieran duraderos. Fue hasta el siglo XIX en que se construyeron formalmente los edificios que hoy caracterizan a nuestra ciudad. Mismos edificios que sufrieron el abandono, el saqueo, la destrucción, siendo reconstruídos parcialmente en la década de los treinta del siglo XX. Bastante ha cambiado el nombre de las calles de Jerez desde el siglo XIX hasta la actualidad. Desde principios del 1800, cuando se determinó por mandato el urbanizar la Villa de Xerez, algunos barrios y calles comenzaron a ser conocidos, como el ya legendario Barrio de San Miguel en la parte poniente de la villa, el barrio “Del Oro”(que era originalmente donde se fincó la villa de Xerez); el barrio de “los de Guanajuato” (toda la salida norte), el rancho de San Pedro, el barrio del rescoldillo, llamado así, porque ahí vivía “el rescoldo” de la sociedad, gente pobre que no tenía ni para comprar ropa. Hay nombres que no nos imaginamos siquiera a qué calle actual corresponden.
Después, la documentación es más rica y así podemos reescribir la historia jerezana, aunque a veces hay confusión, por los nombres antiguos de las calles. Y ahí les van algunos: Callejón de la Cerbatana, del Recuerdo, de Diana, del Nardo, de los Pajaritos, de la Palma, del Jardín, de las Campanas, de Nuestra Señora de Guadalupe. Calles como: Del Relox, de la Purísima, de los Gallos, Tacuba, del Alamo, cerrada de la Parroquia, Molinos de San José, de las Higueras, etc. Plazuelas como de la Loza y del Mercado.
Con el invento de la fotografía se enriquecen los testimonios gráficos de lo que era Jerez. Hay varias colecciones de gráficas que nos van presentando diversas etapas de nuestra ciudad. Por ejemplo, la colección del Pbro. J. Rosario González, de 1928, que es la más rica de todas. La colección “Garfias” que está por desgracia en el abandono y que nos presenta los frentes de las casas jerezanas en la década de los 70, y muchas otras colecciones particulares.
Con la reconstrucción de los frentes de las fincas del primer cuadro de la ciudad, al tumbarles por completo el enjarre, pude apreciar las diversas reconstrucciones, cómo eran los vanos de puertas y ventanas, las diversas modificaciones, y apoyado con muchas fotos que estuve tomando, aunque se enojaran los encargados de obra, enriquecí mucho los conocimientos sobre las fincas jerezanas. Pronto podré ofrecer un trabajo bien documentado, bien explícito sobre historia, leyendas y narraciones de las calles de Jerez.
Por cierto, nunca vi al cronista adjunto por ahí, tratando de recuperar el pasado histórico, no se le ha visto nunca interés en el trabajo de campo.
DE PLACEMES
Ese cronista (el profe de lentes que hace discursos) ya va a poder comer con manteca a sus horas, pues este miércoles en la sesión ordinaria de cabildo le tomarían protesta, y hasta puede ser que le dieran su nombramiento de una vez. El pronóstico es el mismo: diez votos a su favor (8 de los regidores maiceados, el del síndico y el de la alcaldesa).
Mi enojo ha sido porque aquí pudo más la imposición que el sentido común. Su elección fue por capricho y en pago de favores políticos. Incluso la convocatoria que lanzaran tenía vicios, no estaba bien redactada y el último párrafo se mostraba a confusión. Además que en la sesión ordinaria 96 realizada el 7 de julio, la misma alcaldesa dijo que el certamen sería “con jurados jerezanos”, desde lo local. Y en el show en el que había hasta un payaso, los jurados no eran jerezanos. Veremundo es tepetonguense, tiene mucha relación con Jerez, y su área es más bien la literatura. Celia Montes es tlaltenanguense, y aunque pasó parte de su infancia en la plazuela, en la casa donde vivo yo, se fue joven a Guadalupe y Zacatecas, donde es su área de trabajo. Aparte, si se aplicara el sentido común, ese certamen se debió declarar desierto, pues solo eran tres participantes. ¿Elegir una terna de tres donde uno de los participantes llevaba toda la ventaja del mundo?.
POLO ACUÑA
Muchos recordamos a Polo Acuña, desde nuestros felices tiempos de infancia, cuando íbamos a curiosear los “cuentos” que semana a semana llegaban a su tabarete que estaba en el jardín de “Publicaciones El León”, luego a las “Publicaciones Acuña”, donde además de tener siempre los cuentos de “Novaro”, había libros y revistas que daba gusto ir ahí a hojear. Era el lugar preferido de la gente joven de Jerez que iba a echar chisme.
Polo también escribió las secciones de sociales en algunos semanarios y revistas, pues conocía a todos los jerezanos y jerezanas de ese entonces. Además fue miembro prominente del Club Rotario.
Este domingo pasado solo algunos de sus familiares le dieron el último adiós. Sus amigos lo olvidamos. Mi más sincera condolencia a la familia Acuña.

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